
Todas las casas tienen su propio aroma. Algunas casas se caracterizan por aromas agradables, frescos, florales, incluso aun conservan el aroma de los productos químicos para la limpieza. Sin embargo, también hay casa con aromas muy penetrantes y desagradables que al entrar a la casa se percibe fácilmente un olor a rancio, a humedad, a cañería, a comida, a sudor, incluso a algún aroma a algo no identificado pero desagradable.
A pesar de no ser una regla, pero es común que una casa que huele a limpio sea una casa ordenada, mientras que una casa que huele a polvo o a rancio, casi siempre es un indicador de que esa casa no cuenta con una ventilación adecuada, y es por lo regular una casa sucia y desordenada. Los aromas desagradables se acentúan durante el invierno, ya que al bajar las temperaturas no se abren las ventanas.
Por otra parte cuando la cocina no se limpia después de terminar de comer, provoca que el olor se extienda a todas las habitaciones de la casa. Los aromas más comunes y difíciles de eliminar son los provocados por el ajo, la cebolla, los mariscos, y el pescado entre otros. Con el paso del tiempo la mezcla de los aromas termina por alterar la energía en forma desfavorable.
Las consecuencias de una casa con aromas desagradables se ve reflejada con la pérdida de la armonía, se agudizan las discusiones y los malos entendidos. Se presentan todo tipo de problemas en la salud y aparecen todo tipo de gastos imprevistos, se descomponen los aparatos eléctricos afectando la estabilidad económica de la familia.
En la medida de lo posible abre tus ventanas para que circule adecuadamente el aire fresco, esto ayuda a renovar la energía que está estancada. La limpieza y el orden son indispensables, en especial es necesario remover de la casa todo objeto que tenga olor desagradable a pesar de haberlo limpiado.
Si los trapos para limpiar el piso no se lavan adecuadamente o se guardan aun estando húmedos va a provocar mal olor. Siempre el mal olor es un indicativo de que la energía no es favorable.